Un padre tenía dos hijas. Una casó con un hortelano y la otra con un fabricante de ladrillos.
Al cabo de un tiempo fue a visitar a la casada con el hortelano, y le preguntó sobre su situación.
Ella dijo:
– Todo está de maravilla conmigo ..
– ¡pero sí tengo un deseo especial!
– que llueva todos los días con abundancia para que así las plantas tengan siempre suficiente agua.
– ¡pero sí tengo un deseo especial!
– que llueva todos los días con abundancia para que así las plantas tengan siempre suficiente agua.
Pocos días después visitó a su otra hija, también preguntándole sobre su estado.
Y ella le dijo:
– No tengo quejas, solamente un deseo especial.
– ¡que los días se mantengan secos, sin lluvia, con sol brillante!
– Así los ladrillos sequen y endurezcan muy bien.
– ¡que los días se mantengan secos, sin lluvia, con sol brillante!
– Así los ladrillos sequen y endurezcan muy bien.
El padre meditó:
– si una desea lluvia, y la otra tiempo seco ..
– ¿a cual de las dos le adjunto mis deseos?
– ¿a cual de las dos le adjunto mis deseos?
Maestro: es imposible complacer y quedar bien con todo el mundo.
Fuente: fábula de Esopo, el escritor famoso de la antigua Grecia
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